jueves, 7 de agosto de 2025

DÍA 4 DEL CAMPO DE VOLUNTARIADO DE PLACEAT SAN GIL 2025. JUEVES 31 DE JULIO

" Suena el despertador. Las 8 de la mañana, aunque no había muchas ganas de despertarse, hoy no era un día cualquiera: venían a visitarnos las instituciones. Sí, sí, los importantes… alcaldes, concejales, y más caras serias que venían a ver qué se cocía en nuestro querido voluntariado.

Así que nos pusimos las pilas: mesas fuera, sillas bien puestecitas, y todo limpio como una patena (aunque no garantizamos que oliera a rosas en todas las habitaciones… así que menos mal que no lo descubrieron).

A eso de las 10 empezaron a llegar. Con una sonrisa, los recibimos con una pequeña presentación sobre nuestro proyecto: lo que hacemos, por qué lo hacemos y, sobre todo, con quién lo hacemos. Porque nuestros usuarios, son el alma del lugar.

Pero claro, hablar está bien, ¡pero jugar es mejor! Así que preparamos una dinámica divertidísima en la que todos —instituciones, voluntarios, usuarios y hasta yo que lo presente— teníamos que decir palabras que nos recordaran al voluntariado: emociones, objetos, actividades… ¡salieron cosas preciosas y otras que todavía no entendemos del todo, pero todo cuenta!

Después de este momento, las autoridades se fueron a dar una vuelta por el albergue con nuestro coordinador, mientras nosotros montábamos un pequeño piscolabis con mucho amor (donde desapareció media tortilla de chorizo enseguida, porque alguien —no diremos quién, ejem— no supo resistirse).

Entre bocado y bocado, estuvimos charlando con gente muy maja, incluida la alcaldesa de San Gil. 

Cuando se marcharon, tuvimos un ratito de relax con nuestros usuarios volviendo a jugar con palabras que empezarán con las letras. ¡Qué nivelazo! Aunque hubo quien se inventó alguna que otra palabra.

Después de comer, tocaba lo que el cuerpo pedía a gritos: una siestecilla. No sabemos si alguien roncó, pero estábamos todos cao…

A las 5 de la tarde, ¡bañador y toalla en mano! Nos fuimos a la piscina del pueblo de Aldehuela del Jerte. Con el calor que hacía, el agua fue una salvación. Chapoteamos, jugamos y nos reímos como niños pequeños.

Pero el día no había terminado… ni mucho menos. Al caer la tarde, nos fuimos al pueblo a disfrutar de las fiestas. Allí había tirolina y rape desde la torre del campanario, con 30 metros de altura. ¿Miedo? Alguno pero muy emocionas. Muchos de nosotros nos lanzamos y hasta algún usuario valiente nos dejó boquiabiertos.

Y para cerrar el día ducha rápida, ropa limpia y a la plaza del pueblo, donde pasamos la noche charlando y riéndonos con los usuarios.

Un día completísimo, inolvidable y lleno de magia, como todo lo que estamos viviendo en este voluntariado. ♥️

CAMINO


No hay comentarios:

Publicar un comentario