domingo, 1 de septiembre de 2013

Día 13, Sábado 17 de Agosto de 2013 Campo de Trabajo San Gil/Placeat

Un último salto Querido lector, enhorabuena si ya has sido miembro del Campo de San Gil, y enhorabuena también si vas a serlo en un momento futuro, ya que todos conoceréis la experiencia de caminar con los usuarios, en especial en esta ruta. He aprendido muchas cosas, pero primero quiero relatar el día de la excursión al Trabuquete. Hoy nos hemos tenido que levantar un poco más temprano, ya que la ruta de hoy era más dura de lo normal, así que hemos desayunado fuerte y hemos salido con energía, dispuestos a devorar montañas, calor y piedras. Con pena hemos tenido que dejar a nuestra amiga Jessica en la residencia con los usuarios, pero sabíamos que la dejábamos en las mejores manos y que iba a disfrutar tanto como nosotros del día. Como esta ruta ha sido algo más difícil de lo normal, nos hemos tenido que asignar cada dos voluntarios a un usuario, con el objetivo de hacerle el camino más llevadero. A Wilson y a mí nos ha tocado Tomás, al que a lo largo de estos 15 días ya le habíamos cogido un cariño especial, que se ha acentuado a lo largo del camino de hoy.

Puedo decir que las furgonetas en las que nos movemos tienen una magia especial, que nos hace que 1 hora y media se conviertan en 45 minutos. Hoy esa magia la he sentido en la habilidad de mis compañeros de viaje de disfrutar al máximo de las cosas aparentemente más molestas en los viajes: Los baches, que han dejado de serlo para convertirse en sensaciones parecidas a cuando esperas que una ola te embista en la playa, o el siguiente empujón en un columpio. Guijo de Santabárbara ha sido el pueblo en el que hemos comenzado nuestro caminar, un pueblo en el que se conjugan casas de piedra y cemento con actuales construcciones de ladrillo, un hermoso paseo que daba fe de los impresionantes paisajes que estábamos a punto de contemplar. No lo neguemos: El camino fue duro. El sol y las rocas asediaban constantemente nuestras espaldas y pies, pero el ver a Tomás, Javi , Manolo y a los demás usuarios superar todo esto con una entereza envidiable me daba fuerzas para continuar nuestro camino hasta nuestro pedacito de cielo en la tierra prometido. Gorras, botellas de agua, pañuelos, zapatos buenos, otros caminantes, un par de vacas, y por supuesto mis amigos voluntarios y usuarios son los que me han permitido y motivado para alcanzar nuestro último objetivo. Ir Wilson, Tomás y yo a la cola y escuchar por el walkie de Mica decir a Cuchi que los que iban en cabeza ya habían llegado al trabuquete me hizo tener ganas de empezar a correr y llegar en el momento, pero al ver a mis compañeros me dije a mi mismo que no quería llegar al final si no era con ellos, así que seguimos a nuestro ritmo, que ya llegaríamos a nuestro destino. Y valió la pena.

Al llegar al trabuquete, nuestro último salto, me dije a mi mismo que este era uno de los motivos por los que he elegido este campo. Aguas transparentes, con cascadas y saltos para cualquier nivel de cobardía (me he de incluir en el nivel más alto en este caso), y siguiendo un poco más abajo, pozas poco profundas en las que se agradecía el remojón y rocas sobre las que poder descansar y poder pasar hacia el siguiente baño. A destacar además del lugar en sí mismo, los momentos pasado con Tomás, Wilson, Alba, Claudia, Ross, Olga y Álvaro, que fueron mis compañeros de baño y charla en estas aguas. La vuelta nos llegó de forma repentina, de boca de Chuchi nos enteramos que ya debíamos volver, así que recogemos nuestras cosas, recogemos nuestra basura y deseamos que ojalá pudiéramos quedarnos un rato más. Último vistazo a nuestro trocito de cielo y vuelta al camino. La vuelta no nos resulta tan dura como la subida, y pude comprobar cómo Tomás, al que le supone discapacitado, podía caminar trechos enteros de camino sin ayuda alguna y con buen pie, pero prefería hacerlos junto a nosotros y marcar todos un mismo ritmo.

De vuelta al pueblo, nuestra primera parada es en un bar. Manolo hace desternillarse a Saluki y a Chuchi con un solo gesto, y los demás nos unimos a ellos. Al llegar a las furgonetas, nos hemos de despedir de los usuarios e ir en furgonetas aparte, con lo que podemos descansar en ellas de un día agotador, pero se echa muchísimo en falta la compañía de Tomás y Saluki. Sin ellos no es lo mismo. Recogemos a Jessica de la residencia, le damos todas las flores, besos y abrazos que hemos ido recogiendo para ella durante el camino, y recibo saludos y despedidas de todos los usuarios de la residencia, sobretodo de Mimi, que ya ha decidido cuál es el móvil que se va a comprar. Duchas, piscina y césped es el merecido descanso que nos espera en la finca, pero yo aprovecho este descanso para darle más vueltas a una idea que lleva unos días rondándome la cabeza: ¿Quién de todos nosotros es dependiente? Una persona dependiente es una persona que necesita de ayudas externas para realizar tareas, y alguien en su momento diagnosticó a los usuarios como dependientes, pero ¿qué hay de nosotros? ¿Acaso no dependemos de su cariño para desempeñar mejor nuestro trabajo? ¿No fue más aburrida la vuelta en furgoneta que la ida sin Tomás y Saluki? Creo que todos somos dependientes e independientes, cada uno en sus aspectos y cada uno en su grado, y con esta idea viene ligada otra irremediablemente: Las diferencias que hay entre los usuarios y voluntarios, e incluso dentro de ambos grupos, son diferencias de grado, no de carencia completa de habilidades. Y si me hubiese dado cuenta de esto mucho antes, habría podido disfrutar mucho más del trabajo que hemos estado haciendo durante las últimas dos semanas. Jon

¡Un día en la residencia con los usuarios! Hoy nos hemos despertado un poquitín antes ya que era el día más duro y la caminata más difícil de todas pero para mí ha sido un día muy especial, un día muy diferente a todos los demás. He tenido el privilegio de estar con algunos de los usuarios toda la mañana y casi toda la tarde. Tras un desayuno para coger fuerzas, bajamos a la residencia de San Gil para recoger a algunos de los usuarios y después de despedirme de ellos y de mis compañeros/as entré en la residencia. Allí, he de decir que me hizo mucha ilusión despertarlos, primero fui a las habitaciones de los chicos donde estaban: Carlos Alberto que estaba haciendo su cama, Tinín, Lorenzo, Alberto y después fui a la habitación de las chicas que solo estaban mi preciosa Mimi y la gran Eva. Una vez todos despiertos les acompañé a desayunar, yo me senté con Mimi y con Eva que desayunaron un super desayuno con un montón de galletas. Después de desayunar los chicos fueron a ducharse y acompañé a las chicas a sus respectivas habitaciones para que se cambiaran. Cuando terminaron, nos dirigimos a la sala de estar donde estuvimos allí un ratín todos juntos y más tarde fui a dar una vuelta con ellos donde me enseñaron el pueblo. La verdad que la vuelta fue bastante entretenida a pesar del calor que hacía. Por el camino, estuvimos cantando un montón de canciones donde Mimi se ofreció a deleitarnos con su repertorio de canciones.

De vuelta a la residencia nos sentamos a la sombra en unos bancos que tienen en la parte de afuera de la residencia y estuve con ellos charlando, cantando, jugando, riendo y como no, disfrutando de su fabulosa compañía. Terminada nuestras charlas, fuimos a comer todos juntos, yo comí con Mimi y Eva y al lado tenía a Lorenzo que hacía que la hora de la comida se me pasase volando. Al terminar de comer, acompañé a Eva y a Mimi a sus habitaciones para que pudiesen descansar un poco y después fui a junto de los chicos para ver si estaban descansando y para saber cómo estaban. Cuando se despertaron, vinieron a la sala donde estaba y después nos dirigimos a la sala de estar donde allí cada uno cogió las bebidas que a ellos les apetecía y se sentaron en los sofás para descansar.


En ese momento estuve un rato con Carlos Alberto que estaba escribiendo una carta poniendo las cosas que quería y las cosas que no le gustaban, la verdad que es un usuario muy gracioso siempre tiene una canción que cantarnos y lo hace con mucha alegría y mucho salero. Sin duda, solo os puedo decir que son únicos e increíbles. Finalmente, aparecieron mis compañeros/as y todos disfrutamos de la compañía de todos los usuarios, me despedí de ellos y nos volvimos a nuestra gran casa. Sin duda, fue una experiencia increíble, fue uno de los mejores días que he vivido aquí. He podido estar todo el día con muchos de ellos y sin duda, me lo he pasado genial. Gracias a esta experiencia he podido ver lo que hacen en su día a día, como se comportan, como trabajan ayudando a recoger la mesa, a hacer cada uno sus camas, como se relacionan entre ellos… Sin embargo, los días son muy cortos y esto se está acabando, pero bueno, hay que disfrutar todo al máximo que ya no nos queda nada. Por último quiero contar lo que significa para mí estar aquí. Es verdad que al principio vienes con miedo, no sabes lo que te puedes encontrar, pero día a día vas conociendo a las personas y te vas dando cuenta que hay gente maravillosa y que cada persona siempre tiene algo que enseñar, y aprendes de ellas cosas que jamás podrías imaginarte.

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