Poco a poco la gente se fue marchando, una inmensa pena nos embarga de ver cómo se va quedando la finca. Los que salieron más tarde comieron en Plasencia.
Muchas
lágrimas derramadas, por un sentimiento único, que solo se puede entender
cuando convives con las mismas personas 24 horas al día. Pero no todo es
tristeza, ya que atrás quedan muchos amigos de todos los lugares de España. Una
experiencia única que en breve os pondremos la conclusión de todo lo vivido
desde los ojos de los monitores como de los ojos de los voluntarios. Hasta siempre AMIGOS/AS, esta siempre
será vuestra casa. Nos volveremos a ver seguro. Os dejo algunas de los
detalles que dejaron en la finca para nuestros usuarios…
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