"Soy Alba, una chica de Arnedo (La Rioja) que tuvo la gran suerte de poder vivir esta experiencia durante quince días en el Campo de Trabajo San Gil / Placeat 2016.
Hasta este verano la verdad que nunca se me había ocurrido la idea de hacer un voluntariado, y qué alegría poder afirmarlo ahora.
Al principio, cuando fui comentando a mis
familiares y amigos que me iba de campo de trabajo me decían “¿qué es eso?”, “¿qué tienes que hacer ahí?”, “¿por qué te vas tan lejos?”, “tiene un nombre raro”, “te vas a morir de calor ahí en agosto”, etc.
Y en sí no puedes responder exactamente hasta que no lo vives.
Realmente a mí me gustan las aventuras,
atreverme a hacer cosas nuevas, y por eso decidí irme de campo de trabajo. Era
la primera vez que hacía un voluntariado, que visitaba Extremadura y que
trataba con personas con diversidad funcional, por lo que para mí era un reto
que quería superar.
De primeras puede que te dé un poco de miedo,
o por lo menos eso me pasó a mí, que nunca había tratado con personas con
diversidad funcional y estaba nerviosa porque no sabía cómo tratarles; pero
realmente ese miedo se te esfuma rápido nada más tener un mínimo contacto con los
usuarios.
Era lunes, uno de agosto, y aunque la quedada
de voluntarios era a la una, llegué una hora antes a Placeat. Allí me senté en
un banco y no pasaron ni dos minutos y ya vinieron usuarios como Javi y mi
Manué a recibirme y preguntarme qué tal me había ido el viaje con una sonrisa
que te quitaba el nerviosismo de una. Al rato vino Álvaro Melli, uno de
nuestros monitores, junto con las gaditanas, que habían llegado esa misma
madrugada, a ayudarme con las maletas y fuimos a buscar a más voluntarios que
estaban llegando cargados de maletas.
Usuarios, voluntarios y monitores nos
reunimos en el salón y empezaron las presentaciones para ir conociéndonos mejor.
La verdad que los voluntarios rápidamente hicimos una piña y formamos una gran
familia; ¡os quiero!.
Los días iban pasando vertiginosamente, y eso
siempre es buena señal, ya que te lo estás pasando tan bien y disfrutando tanto
que no te da tiempo ni a saber en qué día vives. Todo ello es gracias a los
buenos momentos que te hacen vivir usuarios, voluntarios y monitores.
Visitamos lugares impresionantemente bonitos
del norte de Extremadura e incluso llegamos a Portugal. Me sorprendí con lo
bonito que puede llegar a ser el norte extremeño: mucha naturaleza y unos
atardeceres de escándalo que cada día eran diferentes.
Sobre los usuarios qué decir: increíbles
todos y cada uno de ellos; ¡gracias por robarme un trocito de mi corazón!.
Miguel, que con una sonrisa o un abrazo te decía lo que ni mil palabras eran
capaces. Mi “Manué”, tan atento de su hermano y transmitiéndote una
tranquilidad alucinante. Gloria llamándote “cariño” y demostrándote todo lo que
puede llegar a querer. Javi enseñándonos sus dotes de nadador profesional. Lorenzo,
su gran variedad de chistes que te hacían reír hasta no parar y sus
escandalosos aplausos. A Mimi le encantaba todo, siempre te decía “me encanta”
con una sonrisa de oreja a oreja. La resistencia que puede llegar a tener
Manolo me dejó alucinada. Saluqui con su “pichurri” te alegraba los días. Tomás
era como mi abuelo y me encantaba cuando decía “¡ay, la riojana!”. Luque y sus
besos infinitos llenos de cariño. Las miradas repletas de ternura de Rodrigo. Rubén,
que tiene el corazón igual de grande que él.
Se me hace un poco duro escribir esto porque,
aunque han pasado ya unos días, los sentimientos experimentados en este campo
de trabajo aún están a flor de piel. Hemos vivido tanto en estos quince días
que cuesta volver a la rutina de siempre.
Aunque el tema del campo de trabajo no tenía
nada que ver con lo que yo estoy estudiando (Grado en Turismo), me ha ayudado a
enriquecerme como persona y a ganar valores.
Doy gracias a los usuarios, monitores,
voluntarios y a Chuchi por hacer posible esta maravilla de experiencia que no
olvidaré jamás.
¡Ya os echo de menos! ¡Nos vemos pronto!"
No hay comentarios:
Publicar un comentario