Las personas de Placeat arden y
alumbran con tanta intensidad que hacen que no se te vayan a olvidar nunca, se
te quedan en la retina grabados y te recuerdan todos los días que ahora son
también tu familia. De esas familias que se escogen, y de las que no quieres
separarte nunca más. Ver a Lorenzo todo el tiempo contando chistes, a mi Javi
preguntando “somos muchos, ¿no?, ¿cuántas furgonetas hemos venido hoy?”, a
Tomás intentando imitar el acento gallego, o a Miguel dándote abrazos de los
que llegan al alma cada vez que te ve y te enseña que no es tan necesario
expresarte con palabras, han hecho que estar eses quince día en este campo de
trabajo, sean una de las experiencias más bonitas que se pueden tener. Yo, a
todas las personas que estáis pensando en venir, os diría que es algo que
tienes que sentir, y ojalá lo viváis como yo lo viví.
En tan poquito tiempo te da la
sensación de que llevas allí la vida entera, el norte de Extremadura pasa a ser
tu nueva casa de verano, las furgonetas son tu nuevo sitio de siestas, y la
finca por la noche pasa a ser tu observatorio de estrellas fugaces favorito.
Al final, este campo te enseña
que son las pequeñas cosas las que dan una esencia, y cada momento guarda algo
especial. A mí, por ejemplo, me encantaba estar todos juntos en la finca y que
de repente estuviésemos hablando de los usuarios sin darnos cuenta, imitando
sus gestos tan característicos y repitiendo que no nos queríamos ir nunca de
allí. Estar codo con codo de excursión, trabajando en el jardín, o comiendo con
los usuarios, hace que la esencia de este sitio sea especial e irrepetible, no
hay otro campo igual ni se puede tener esta experiencia en otra parte.
Estos quince días, también
hicieron que me rodease de gente bonita, gente que no se arrepiente, gente que
te cuenta sus historias y gente que te lleva a su hogar sin que te muevas del
sitio. Son gente de fuego grande, que arden la vida y te encienden. Gente que
hace que respires el mejor aire del mundo, que respires azul clarito y que
respires todas las emociones que van soltando todos los días. Ahora tengo los
pulmones llenitos de todas las personas que conocí allí, y no se van a escapar".
CARLA PARDO (VOLUNTARIA DEL CAMPO DE TRABAJO SAN GIL PLACEAT 2016).
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