martes, 11 de septiembre de 2018

Valoración del Campo de Trabajo Placeat/San Gil 2018 de Jaime Tortajada, Voluntario del País Vasco.

Quién me iba a decir, que tras sólo quince días conviviendo con personas que sólo necesitan una pequeña ayuda para superar sus barreras y dificultades, iban a hacerme sentir tantas cosas dentro de mí. Personas que no conocía ni me conocían de nada, pero que desde el primer día, han conseguido que me sintiera tan bien conmigo mismo. Al darme todo su cariño sin limitaciones ni condiciones, al ver sus sonrisas con mis más locas payasadas, al descubrir en sus rostros su ilusión infinita y sobre todo la gran sensación de motivación que dejaban en mí, al darme cuenta de la mejora de sus estados de ánimo cada día sólo con nuestra presencia.

Supongo que ese estado de ánimo de satisfacción y paz interior que te embarga, se debe denominar “FELICIDAD”. Eso es lo que a mí me han hecho sentir estas personas tan especiales con personalidades tan auténticas y sinceras. ¿Y se suponía que yo iba al campo de voluntario para entregarles mi tiempo y dedicación? Porque al final del campo, me he dado cuenta que entre todos los usuarios y voluntarios/rias, nos hemos cargado mutuamente las “maletas” de grandes momentos vividos, intensas emociones y aprendizajes difíciles de olvidar. 
 Es más, la “maleta” no cerraba de lo llena que estaba y tuve que “comprar también una mochila”, porque me traje al País Vasco otra perspectiva muy diferente de cómo afrontar la vida al empatizar con los usuarios, han conseguido cambiar totalmente mis prioridades y mi forma de vivir el día a día intentado centrarme en disfrutar de nuevas experiencias en compañía de toda clase de personas, me han hecho sentir emociones que ni recordaba que había vivido (en especial la noche de la despedida) y hasta me han ayudado a encontrarme a mí mismo en algunos aspectos. 
 Siendo sincero, no iba a este campo con ninguna expectativa concreta de lo que sí o no pudiera suponer y vivir en este campo de trabajo. Sólo sentía por un lado motivación por conocer nuevos compañeros/ras venidos de cualquier territorio de nuestro país, así como la expectación por conocer también a gente interesante de otras culturas europeas, de los que esperaba aprender muchas cosas, como así ha sido finalmente. Pero por otra parte, llegaba con miedo e incertidumbre respecto a trabajar con personas con discapacidad intelectual. Pensaba que no sabría cómo tratar con ellos de forma correcto en el día a día, pero la verdad es que las palabras de Chuchi del primer día de campo, formándonos sobre cómo entablar relación con los usuarios, me tranquilizaron enormemente. Eso consiguió en mí, que luego la relación con los usuarios fuera muy positiva y natural.

Al mismo tiempo, el hecho de conocer a los voluntarios/rias de sitios y culturas muy diferentes, también ha hecho que el campo haya sido todavía más especial para mí. Siempre es enriquecedor  conocer el modo de vida y la forma de ser de personas muy diferentes a uno mismo, porque esto me ha enseñado a no prejuzgar sin conocer a las personas y a sacar de dentro de mí los estereotipos que la sociedad nos inculca y que tanto daño hacen. Pero lo que más destaco de mis compañeros/ras voluntarios/ras así como de los monitores/ras, ha sido principalmente la calidad humana que hay dentro de todos y cada uno de ellos y ellas. Sólo espero que nunca perdáis ese sendero.



Creo que para mí y para muchos de los voluntarios/ras de este campo, este ha sido el inicio de trabajar para conseguir la plena inclusión de personas con discapacidad, sabiendo que sí es posible.

JAIME TORTAJADA ANTÓN

No hay comentarios:

Publicar un comentario