Después de una noche de orquesta y mucha música en la plaza
del pueblo nos despertamos el sábado con algo de cansancio y Alexaindra fue a
recoger a los usuarios para acercarlos a la finca.
Decidimos tomarnos la mañana de tranquileo y pusimos las
colchonetas en círculo para sentarnos alrededor y poder así conversar e
intercambiar nuestras impresiones de la primera mitad del campo de trabajo.
A esto se nos unió Chuchi para hacer una valoración de lo
que llevábamos y poder hacerle las preguntas sobre lo que quisiéramos de
PLACEAT y el campo de trabajo en sí.
También hicimos una serie de juegos para conocernos mejor y
unas canciones a la guitarra de Jorge por parte de él y Gloria, que
consiguieron sacarnos unas buenas sonrisas.
En la plaza nos estaba esperando unos castillos hinchables
con agua a los que no dudamos en acudir para refrescarnos de todo el calor que
hacía y después de esto fuimos al pabellón del pueblo donde había varias mesas
llenas de comida (con invitación de la alcaldesa de San Gil) y una charanga que
acompañó a cada bocado de panceta y tortilla de patatas que tomábamos.
Tras una mañana de reflexión nos dispusimos echarnos un rato
en la finca para así llenarnos de energía y asistir como voluntarios a la
competición de Triatlón que iba a desarrollarse en Plasencia esa misma tarde.
Tantos los usuarios como los voluntarios formamos parte de esto y todo comenzó
una vez nos dieron las camisetas amarillas en las que podía verse que éramos
voluntarios de todo esto.
Unos se encargaron de preparar la carpa para recibir a los
triatletas con fruta (y el manejo de Ester cortando la sandía), barrigas
energéticas, frutos secos, agua y bebidas isotónicas; otros de sujetar la cinta
de llegada; otros acompañar en el último tramo a los corredores y corredoras; y
otros para colocar las medallas a los que iban llegando poco a poco al final de
esta prueba.
Fue una experiencia que nos gustó mucho a todos y no nos
arrepentimos de realizar. Había muy buen ambiente entre todos nosotros con música
de fondo y muchas risas por el agobio de tanta gente y las respuestas
improvisadas ante algo que nunca habíamos hecho.
Finalmente, llegamos a San Gil para cenar junto a los
usuarios y subimos a la finca para arreglarnos y así estar listos para continuar
con la segunda noche de fiesta en la plaza.
Nos esperaba otra orquesta a la que acompañamos hasta largas
horas de la noche al ritmo de los bailes de los usuarios que disfrutaron un
montón junto a los voluntarios.
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